Kyrie Irving es uno de los nuevos mesías de la Gran Manzana. Llegado este verano junto a Kevin Durant o DeAndre Jordan, el base es el primer encargado de reflotar el rumbo de los Brooklyn Nets. El siempre considerado vecino mediocre del Madison Square Garden aspira a lo máximo en los próximos años. Tanto como que cuando KD esté de vuelta, el objetivo no será otro que conseguir el anillo. O hasta en plural, más bien.
Mucho queda para eso; de momento los Nets han comenzado la temporada 1-2 y con protagonismo absoluto de Irving. Dos partidos por encima de los 35 puntos (uno con 50) y el aperitivo de que la comunidad de Brooklyn no va a aburrirse con su nuevo profeta en cancha santa. Claro que en esa parrilla de entretenimiento sacro también se incluye el fuerte carácter de una estrella como Kyrie, algo de lo que ya saben un rato en Cleveland o Boston.
Ahora son los Nets los que estarían empezando a descubrir hasta qué punto llega el pintoresco temperamento de Kyrie Irving, según pudo reflejar la periodista Jackie MacMullan en un artículo para ESPN.
Al parecer, Brooklyn ya vivió el episodio piloto de la marcada personalidad de Irving hace algunas semanas. Fue de camino a China, para la disputa de la edición más tensa de NBA Global Games que se recuerda en la liga. Parece que —según el artículo de MacMullan— el equipo estaba presto para sacarse una foto grupal en la Pearl TV Tower de Shanghai y entonces Kyrie se negó a quitarse el sombrero para la instantánea, reclamando a los directores de la sesión que se lo eliminasen después del pase por medio de Photoshop. El momento pilló a compañeros y técnicos desprevenidos, que no supieron cómo reaccionar ante lo estrafalario del momento y de la sugerencia.
Cambios de humor
Además de ese delirio de grandeza de Kyrie en China, MacMullan describe también que en Brooklyn han empezado a conocer los particulares cruces de cables de su estrella. Parece que sus repentinos cambios de humor (confirmados por antiguos compañeros) han llegado también al centro del mundo. Cuando estos bruscos brotes de personalidad llegan, Irving deja de comunicarse con sus técnicos, directivos o hasta compañeros, no habla con nadie y se queda al margen, en solitario, retozando en el propio lodo de su interiorismo, según describe MacMullan.
Este comportamiento estaría ya empezando a despertar en Brooklyn, donde algunos responsables de la franquicia estarían preocupados por la manera en la que estos desaires pudieran afectar el rumbo y química del equipo. Confían mucho en los Nets en que otra personalidad singular como Kevin Durant pueda calmar los citados arrebatos de su compañero. Que, también, puede ser interesante el hecho de ir a apagar un fuego con una lengua lubricada en gasolina (no siempre) como la de KD.
Lo primero en lo que deben centrarse en Brooklyn es en conseguir la mejor versión de Kyrie Irving dentro de la pista; que pueda compartir el balón y los puntos con sus compañeros y que por nada del mundo erosione la química reinante en este inicio de temporada. Claro que la versión más apacible de Kyrie podría llegar si en su vida cotidiana también consigue limar sus demonios.
Una unión en Río 2016
El mismo artículo de Jackie MacMullan destapa que Kyrie Irving, Kevin Durant y DeAndre Jordan empezaron a consumar su amistad y posterior unión profesional en los Juegos de Río 2016.
Los tres formaban parte del combinado estadounidense que se llevó el oro y fue entonces cuando se conjuraron para algún día poder actuar dentro del mismo vestuario.
Desde aquella cita olímpica, los tres jugadores empezaron a tejer una estrecha amistad compartiendo a menudo conversaciones recurrentes como la de unirse en algún equipo, o sobre la red de sucesos que había llevado a LeBron James a juntarse con Dwyane Wade y Chris Bosh en Miami (2010). Querían imaginar algo parecido juntos.
“Juntémonos todos en un equipo y juguemos juntos”. Fue Kyrie el que lo sugirió en primer lugar. No era sencillo, pues él mismo acababa de ser campeón con los Cavs, Durant había firmado hacía unos meses en Golden State y Jordan era parte indivisible de los Clippers candidatos de Chris Paul y Blake Griffin.
Todos ellos llegaron a preguntarse seriamente si podrían compaginar sus compromisos y deberes profesionales con la atractiva idea de poder unirse algún día. “Había veces en las que te preguntabas si eso iba a ser real en algún momento”, podía confesar DeAndre Jordan a ESPN. “La hermandad y compromiso entre nosotros era real, pero las circunstancias nos mantuvieron apartados”, comentaba el propio Kyrie.
Las dudas se disiparon en el verano de 2019, cuando los tres se convirtieron en agentes libres pudiendo firmar a la vez por los Brooklyn Nets. La carambola es una de las mayores machadas desde la agencia libre en la historia de la competición.
(Fotografía de portada: Emilee Chinn/Getty Images)
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