Cuatro equipos siguen sin haber cedido un partido esta temporada, y uno de ellos son los San Antonio Spurs. El cuadro de Popovich sumó su tercer triunfo ante los Blazers en un partido que fue una auténtica montaña rusa, y que, tras contar con amplias diferencias para ambos lados, acabó regalando un final apretado que cayó del lado local por 113-110. Los texanos lograron de esta manera arrancar un curso con un balance de 3-0 por octava vez en su historia, mientras que Portland se queda con una marca de 2-2.
Salida aplastante
Los primeros minutos de partido fueron toda una demostración de poder por parte de los Oregón. El cuadro de Stotts pasó por encima de San Antonio, que tardó en entrar en el choque, y en apenas 6 minutos había forjado una ventaja de 19 puntos (4-23) a base de triples. Portland convirtió sus cinco primeros intentos desde el perímetro, abriendo así una brecha que, sin embargo, sería la más amplia de la que disfrutaría en toda la noche.
La sacudida despertó a los Spurs, que fueron poco a poco creciendo en el encuentro y comprimiendo el marcador cada vez más pese a que los visitantes trataban de despegarse con algún que otro arreón. Al descanso, habían logrado colocarse ya a solo seis de diferencia, y de la mano de DeMar DeRozan lograron su primera ventaja del duelo cuando habían transcurrido más de tres minutos del tercer cuarto (59-58).
Fue bastante simbólico que fuese el ex de los Raptors quien pusiese a los de Pops por delante por primera vez, ya que fue también él quien se encargó de comandar uno de los mejores tramos de los suyos en el partido. El escolta, que se había ido al descanso con 9 puntos en su haber, sacó su versión más agresiva tras él, y a base de finalizar cerca del aro y de forzar faltas logró terminar el tercer periodo con 27 tantos, con los que finalmente acabaría también el partido. Portland sufrió enormemente para contener esta irrupción, y no pudo sino ver cómo la victoria se iba alejando.
Lillard roza el milagro
De hecho, si ya parecía lejos al término del tercer parcial, cualquier opción de pelear por el partido se antojaba ya utópica cuando los Spurs alcanzaron los 19 puntos de ventaja con menos de seis minutos por jugarse (105-86). En ese instante, Damian Lillard sumaba 10 tantos y llevaba en general un encuentro bastante errático, pero si algo caracteriza a las supestrellas es su capacidad para rehacerse cuando el guion lo reclama.
El base puso en marcha su modo de anotador compulsivo, y a base de lograr una canasta tras otra fue llenando a los suyos de esperanza y al AT&T Center de miedo ante una posible remontada. Pese a que Derrick White, que acabó con 21 tantos, respondió de forma notable por parte de los locales, los 18 puntos que el de los Blazers anotó en menos de cuatro minutos pusieron en jaque el triunfo texano, pues la diferencia llegó a ser de solo un punto con apenas 70 segundos para el final. Es más, Lillard se quedó a milímetros de forzar la prórroga prácticamente en solitario, pero su triple sobre la bocina que habría supuesto el empate prácticamente se salió del aro, acabando así con cualquier sueño de remontada y dando por fin un respiro a todos los asistentes al pabellón.
Damian terminó el encuentro como máximo anotador con 28 puntos, a los que añadió 9 rebotes y 7 asistencias. Le acompañó McCollum con 27, los mismos que DeRozan, líder de los Spurs en esta faceta al que, sin embargo, poco se vio en ataque en el último periodo.
(Fotografía de portada: Matthew Stockman/Getty Images)
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