Seguimos estudiando la NBA desde una perspectiva histórica. Porque la liga que todos conocemos hoy en día ha sido construida en miles de episodios, de historias, de personajes y de pequeños detalles que han aportado su granito de arena en la confección de una narrativa global que se ha ido reproduciendo hasta la actualidad. En esta recopilación de artículos en concreto trataremos aquellas figuras que han sido clave en la evolución de la liga desde los despachos. Sí, en efecto, hablamos de los general managers. En este séptimo artículo hablaremos sobre la figura de Sam Presti, el jefe de filas de unos Thunder que han soñado, y aún lo hacen, con instaurar su propia dinastía.
Primera entrega: Wayne R. Embry, el primer ejecutivo afroamericano de la historia de la NBA
Segunda entrega: La obra maestra de Jack McCloskey, los ‘Bad Boys’
Tercera entrega: el gen Colangelo
Cuarta entrega: Jerry West, el logo de las oficinas
Quinta entrega: la sonrisa de Salt Lake City
Sexta entrega: en un lugar llamado Auerbach
Superada ligeramente la cuarentena –hablamos de edad, no de secuelas pandémicas–, Sam Presti es una figura veterana en los despachos de la NBA. Recaló en la franquicia en 2007 con apenas 30 años y la etiqueta de ‘Golden Boy’ para hacerse cargo del rumbo deportivo del equipo, que quemaba sus últimos cartuchos en Seattle. Desde entonces, Presti ha experimentado una trayectoria repleta de altibajos, éxitos, fracasos, cambios importantes y numerosos dolores de cabeza que, por momentos, le han hecho sentir viejo. El gran negocio de la NBA nunca ha sido una empresa sencilla ni agradecida.
Pese a su perfil metódico y disciplinado, Presti no fue un estudiante especialmente brillante. Acudió al instituto Concord-Carlisle Regional High de su ciudad natal, Concord, donde precisó de la supervisión del profesor Harriett Stevens para reconducir su camino. Bajo su tutela, Presti compartió muchas horas con un grupo de estudiantes afroamericanos que residían en los suburbios más lejanos y necesitados de la ciudad. El joven Sam comprendió que la vida no era sencilla y descubrió en el baloncesto una vía de escape, sin dejar de lado los estudios.
Como jugador impresionó lo suficiente a sus compañeros de equipo como para ganarse el apodo de ‘Bob Sura’, el producto de la Universidad de Florida State que posteriormente prolongaría su carrera en la NBA durante diez temporadas. Incansable jugador de equipo y mordaz defensor, Presti comenzó su andadura universitaria en Virginia Wesleyan, donde consumió dos años antes de pedir el transfer a la Emerson College y regresar así a Boston. En sus temporadas junior y senior cumplió el papel de capitán de los Lions gracias a una ética de trabajo que conquistó a su entrenador, Hank Smith, y empujó hacia adelante a sus propios compañeros. “Así ha sido desde el día que lo conocí. Será así hoy, mañana y la próxima vez que hable con él. ¿Cómo alguien es capaz de mantener ese ritmo de trabajo durante tiempo?”, declararía el entrenador en una entrevista al New York Times en 2010. Tras una distinguida y prolífica carrera en Emerson, Presti cerró su etapa universitaria con éxito en todas las facetas: fue incluido en dos ocasiones en el Mejor Quinteto de la Northeast Athletic Conference y se graduó en Comunicación, Políticas y Derecho. Sus inquietudes como directivo habían crecido exponencialmente y su salto a la cúpula de algún equipo de renombre solo parecía cuestión de tiempo. Y de un súbito golpe de suerte que ni él mismo había esperado.
Un compañero de equipo en Emerson sufrió una grave lesión que le hizo meditar con la retirada. Presti, en su condición de capitán del equipo, apoyó durante toda la rehabilitación al jugador y lo convenció para que continuara. Lo que quizá no sabía Sam es que el padre de ese compañero era funcionario y superintendente de varias escuelas en Aspen, Colorado. Todos los veranos, el entrenador de los Spurs, Gregg Popovich, y R.C. Buford, general manager de la franquicia, celebraban un campus de baloncesto en la localidad. Ambos necesitaban un consejero en una de aquellas visitas y el funcionario recomendó al joven que había ayudado a su hijo. Presti no solo sorprendió a Buford si no que fue tan insistente que consiguió convencer al general manager para que se lo llevara con él a San Antonio como asesor de vídeo y scout interino a cambio de 250 dólares al mes.
Rápidamente, aquel joven chaval impresionó a toda la cúpula de la organización. Presti era muy enérgico y diligente, perfeccionista con su propio trabajo y lo suficientemente elocuente como para captar la atención de sus superiores. Tanto, que el propio Buford llegó a reconocer, en clave de humor, “que aprendió más de él, que él de mí”. Así, fue ascendiendo de manera fulgurante hasta que en 2001 firmó su primer gran acierto. La leyenda cuenta que fue Presti quien, justo antes del draft de aquel año, se acercó a Popovich y le dijo: “Realmente creo que deberías echarle otro vistazo a este Parker.” El base francés no había impresionado al entrenador durante el primer entrenamiento privado con los Spurs, pero Presti lo había seguido muy de cerca durante el último año y editó un nuevo vídeo. Popovich acordó visualizarlo. El resto, es historia.
Demostrada su valía, la oportunidad de dar el salto a la oficina principal de una franquicia aterrizó un lustro después. Lenny Wilkens, ex-jugador y uno de los mejores entrenadores en la historia de la liga, desempeñaba el puesto de presidente de los Supersonics en 2007 cuando la franquicia comenzó la búsqueda de un nuevo general manager. Mientras Wilkens entrevistaba a John Gabriel, antiguo ejecutivo de los Magic, y a Gary Fitzsimmons, asistente del general manager en Atlanta, el propietario Clay Bennett se citó en privado con Presti. No hace falta esclarecer qué reunión tuvo mayor peso. De hecho, Wilkens fue degradado a Vicepresidente de Operaciones para eliminar cualquier tipo de duda sobre quién iba a tener el poder de decisión a partir de ahora. “Representa a una nueva generación de ejecutivos en la NBA. Aporta una sólida experiencia de gestión y baloncesto de la liga, así como un enfoque nuevo, fresco y enérgico”, declararía Bennett. “Quiero desarrollar una cultura y definir una identidad para el futuro del baloncesto de los Sonics”, explicaría Presti, quien había absorbido en San Antonio las virtudes de una franquicia que ha diseminado a decenas de pupilos por toda la competición.
Algunos en Seattle vieron a Presti, el general manager más joven de la liga y uno de los nueve que en ese momento nunca había jugado en la NBA, como un mero títere contratado para focalizar en él las críticas que pudieran surgir, principalmente aquellas a raíz del traslado del equipo a Oklahoma City. Una teoría que parecía sustentar los dos primeros movimientos de Presti como jefe de las oficinas: traspasar a la estrella local, Ray Allen, a Boston a cambio de Delonte West, Wally Szczerbiak y los derechos de Jeff Green, y hacer lo propio con Rashard Lewis, quien puso rumbo a Orlando.
Otros, más cautelosos y pacientes, recibieron al nuevo inquilino de una manera muy diferente. Jerry Brewer, columnista de The Seattle Times, escribió lo siguiente: “Bennett no solo ha contratado a un GM. Ha contratado al mejor hombre posible para entrar en este equipo y hacerlo prosperar. Simplemente aseguró que su franquicia se convierta en un contender en cuatro años, posiblemente antes.” Para entonces, los Sonics ya eran los Thunder.
Tres semanas después de asumir el puesto, Presti seleccionó a Kevin Durant en la segunda posición del draft de 2008. Un año después, reclutaba a Russell Westbrook con el cuarto pick y a Serge Ibaka en el 24º puesto. En 2009, la controvertida decisión de Memphis de escoger a Hasheem Thabeet dejó en bandeja a James Harden como tercera selección. Este cuarteto no solo impulsó a los Thunder a una aparición en las Finales, en 2012, sino que, también y tal vez aún más importante, logró firmar un gran rendimiento a nivel individual en la NBA. Durant (2014), Westbrook (2017) y Harden (2018) han recibido el premio al MVP de la temporada, mientras que el propio Durant y Serge Ibaka saborearon el sabor del campeonato, aunque lejos de Oklahoma City. Ningún otro general manager en la historia reciente puede presumir de un número de aciertos en el draft similar.
Sin embargo, aquellas Finales de 2012 marcarían el techo de un equipo construido para forjar una dinastía y que, finalmente, se quedaría en una promesa incumplida. Aquel verano, Harden se marchó a Houston en un compendio irresoluble entre sus exigencias económicas y la apuesta por Ibaka. En 2016, los Thunder serían apeados de las Finales de Conferencia ante los Warriors tras rozar con los dedos la clasificación. Posteriormente, Kevin Durant haría las maletas rumbo a Golden State, Serge Ibaka sería traspasado a Orlando y Russell Westbrook seguiría el mismo camino en julio de 2019 para reencontrarse con Harden.
Por el camino mantuvo una política de movimientos importantes en su búsqueda de devolver al equipo a la élite. Por Ibaka había recibido a Victor Oladipo y Domantas Sabonis, a quienes, a su vez, utilizó como moneda de cambio para recibir a Paul George. Al mismo tiempo, enviaba a Enes Kanter y Doug McDermott a los Knicks para hacerse con Carmelo Anthony. El nuevo ‘Big-Three’ se derrumbaría en primera ronda y de playoffs y el equipo se terminaría por desmantelar definitivamente en verano de 2019. Pero el saldo conseguido a cambio permitirá a Sam Presti un rango de actuación muy amplio: Chris Paul, Danilo Gallinari, Steven Adams (elegido en el draft 2013) y un total de hasta 15 picks del draft en los próximos seis años.
En apenas 13 años, Sam Presti ha demostrado estar listo para el negocio. Su visión para reclutar talento y su agresividad en los traspasos le han canjeado una gran reputación dentro de la NBA. Y su documento de identificación recoge una edad todavía muy tierna que abre las puertas a un futuro en el que tendrá la oportunidad de demostrar su valía y aspirar al tan ansiado campeonato que, de momento, se le ha resistido.
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(Fotografía de portada de Hagen Hopkins/Getty Images)
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