Tras la exhibición de Jimmy Butler en el tercer partido de las Finales de la NBA, los Lakers estaba obligados a mover ficha. Frenar al alero se había convertido en la prioridad número para Vogel, que afrontaba varias posibles soluciones. ¿Emparejarlo con LeBron James desde el primer minuto? ¿Forzar el dos contra uno para que soltase el balón? Nada más lejos. La solución no fue otra que Anthony Davis.
Desde la primera posesión del encuentro, Butler se encontró con el ala-pívot, que dejó que fuese Howard quien se encargase de Adebayo y se convirtió en el principal obstáculo entre Jimmy Buckets y la pintura. El plan, aunque complicado de ejecutar (siempre es complicado parar a alguien que viene de anotar 40 puntos) era sencillo sobre el papel: que su buen juego de pies y sus capacidades de intimidación impidiesen al de Miami encestar de forma tan frecuente cerca del aro y le obligasen a lanzar desde fuera.
Lo cierto es que la ejecución no fue ni mucho menos la ideal en los primeros compases del encuentro. En cuanto leyó que los Lakers estaban cambiando en todos los bloqueos directos, Butler no dejó de pedirlos para sacarse a Davis de encima y elegir defensor a la carta. Una vez que lograba quedar emparejado con hombres como Kuzma o Howard, no tuvo problemas en volver a repetir la fórmula que tan bien la había funcionado hace dos noches, y tras anotar sus primeros cinco tiros de campo empezaba a intuirse que otra grandiosa actuación estaba al caer.
Sin embargo, Vogel no tardó en ajustar, y haciendo que La Ceja pasase los bloqueos por detrás logró que su idea se fuera imponiendo. Jimmy, bastante tímido a la hora de buscar tiros lejanos, no se atrevió a penalizar esta decisión pese a que se encontró con espacio para lanzar en varias ocasiones, y las veces que lo intentó no tuvo la puntería necesaria para forzar una nueva corrección defensiva. Cerca del aro, por otro lado, le fue casi imposible imponerse al ala-pívot, que cuajó una actuación sensacional a la hora de cerrar la canasta y evitar que la estrella rival pudiese desarrollar su juego con comodidad.
De hecho, tras el 5/5 inicial, Butler se quedó en un 3/12 en tiros de campo. Pese a que terminó con 22 puntos y rozó al triple-doble al capturar 10 rebotes y repartir 9 asistencias, no logró ofrecer la imagen de dominio del tercer partido, y ni siquiera en el clutch fue capaz de dar el paso adelante que los suyos requerían. Con semejante monstruo defensivo delante, no es nada sencillo cerrar partidos.
Intimidador nato
Pero las labores de Davis no terminaron ahí. El de los Lakers estuvo también fantástico en labores de intimidación, algo que queda evidenciado en sus 4 tapones pero que va más allá, pues su mera presencia en la pintura forzaba a los Heat a pensarse dos veces si lanzar o sacar el balón en busca de un tiro exterior. El ala-pívot fue así uno de los grandes responsables de que los de Spoelstra firmaran su peor cifra anotadora de estos playoffs (96) y de que los angelinos se acerquen un poco más a un nuevo anillo.
Por si fuera poco, suyo fue el triple que puso el 91-100 en el marcador a falta de 39 segundos y dejó el partido visto para sentencia. Si bien en ataque pudo ejercer la superioridad que exhibió en los dos primeros encuentros, el ex de los Pelicans ha sabido recuperarse de su mal Game 3 y mantenerse vivo en la carrera por el MVP de las Finales, lo cual, compartiendo equipo con LeBron James, es decir muchísimo.
(Fotografía de portada: Kevin C. Cox/Getty Images)
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