Ha sido un año aciago para todos. La pandemia de la COVID-19 trastocó enormemente la pasada temporada universitaria dejándola por primera vez en la historia sin concluir, sin certificar un ganador, cerrando la campaña abruptamente a principios del mes de marzo ante el enorme crecimiento de la curva de contagios y la rápida expansión del virus a lo largo de todo el territorio norteamericano.
A diferencia de lo sucedido posteriormente en la NBA, que pudo finalizar su temporada en la ‘burbuja’ de Orlando, este sistema nunca fue una opción viable en el baloncesto universitario. En cierta parte entendible, ya que no es lo mismo hacer una ‘burbuja’ de 20 equipos en una localización determinada que establecer 32 ubicaciones cerradas a cal y canto perimetralmente para cada una de las 32 conferencias (realmente alguna menos puesto que algunos torneos de conferencia ya habían finalizado por entonces) para posteriormente hacer lo mismo para los 68 programas universitarios del March Madness. El riesgo de contagio ante tal cantidad de personas y aglomeraciones era exponencial, y la NCAA decidió —sabiamente, pese a que a los aficionados al college basketball nos duela en el fondo— preservar la salud y la integridad de sus estudiantes-atletas y suspender todo tipo de competiciones de post-temporada hasta el año próximo.
Un verano diferente en la NCAA
La cancelación de todas las competiciones de post-temporada trajo sus consecuencias. Muchos jugadores senior —jugadores que terminan ciclo universitario— no pudieron despedirse en condiciones de sus aficionados ni de las universidades en las que habían crecido los últimos cuatro años, así como los jugadores que habían decidido marcharse de manera anticipada a profesionales o se habían declarado seleccionables para el Draft de la NBA. Esto provocó también cambios en el futuro profesional de muchos jugadores, que esperaban que el March Madness les diese ese empujón de expectativas de cara al NBA Draft para subir su valor, haciendo que muchos de ellos decidiesen regresar un año más a la universidad o lanzarse al vacío del profesionalismo con menos garantías de las que ellos esperaban.
La pretemporada de cada programa universitario se ha visto también fuertemente afectada. Estos últimos años era habitual ver a universidades —las que disponen de un presupuesto más solvente— viajando a lo largo de todo el globo para enfrentarse a equipos amateurs o semi-profesionales de Europa, Sudamérica o Asia para preparar la nueva temporada, y de paso también para echar un vistazo a los jugadores locales por si se diese la oportunidad de reclutarlos para un futuro cercano o para expandir las relaciones institucionales entre la universidad y academias o clubes internacionales.
Algo similar ha pasado también con la gestión del nuevo calendario para esta próxima temporada, en especial en lo relativo a los torneos del calendario non-conference universitario. Carismáticos torneos que cada año unían a miles de aficionados y a algunas de las mejores universidades del país se han visto obligados a posponer su edición de 2020 para el año siguiente, y en otros casos han tenido que reubicar el torneo en nuevas localizaciones ante el miedo por los crecientes casos de COVID-19 en la ubicación de origen. Esto ha provocado que muchos programas universitarios hayan decidido no participar definitivamente en estos torneos de inicio de temporada, y que incluso alguna universidad como la de Bethune-Cookman, en la MEAC, directamente haya decidido no participar en todo el curso 2020-21 para no contribuir a la expansión del virus por todo el país. También las universidades pertenecientes a la Ivy League y a la Patriot League han comunicado que no disputarán su calendario non-conference, iniciando su temporada a principios de 2021.
El Draft también se vio duramente afectado por esta pandemia. La NBA ha tenido que retrasar uno de sus eventos fetiche de cada año hasta mediados de noviembre con motivo de la ampliación de la temporada NBA hasta el mes de octubre. Esto ha afectado de lleno a los jugadores de esta generación, que se han visto obligado a entrevistarse con los miembros de las franquicias NBA a través de internet, y los entrenamientos privados donde poder convencer a estos miembros de la NBA se han reducido drásticamente con motivo de una pandemia que todavía sigue sin estar controlada. Si a ello sumamos que esta generación no es la más talentosa de los últimos años, nos deja un Draft de los más arbitrarios en mucho tiempo.
Por fortuna, 259 días después del último partido universitario, la competición volverá a echar a andar el 25 de noviembre. Con restricciones, no sabemos si todavía sin aficionados en las gradas, pero al menos sabemos que esta vez sí habrá una temporada que concluirá con el ansiado March Madness.
Las universidades a seguir en la NCAA 2021
Ya de llenos metidos en el inicio de competición, la temporada 2020-21 nos ofrece un curso muy abierto con muchos programas candidatos a llevarse el gato al agua en el próximo March Madness 2021. Este año, además, contamos con la particularidad de que los grandes favoritos al título nacional no son los grandes programas históricos que años atrás han estado dominando la competición a su antojo. Esto no quiere decir que universidades como Kentucky, Kansas, Duke o Michigan State no sean competitivas este curso, pero sí que es verdad que parten en un escalón más bajo en las previsiones de los grandes expertos.
En este bloque dejo las diez universidades que, a priori, más opciones tienen para luchar por el campeonato nacional.
Gonzaga Bulldogs. El equipo de Mark Few lleva años ofreciendo un rendimiento espectacular, algo totalmente impensable para universidad perteneciente a una Mid-Major Conference, y que incluso fue subcampeona nacional hace no muchos tiempo. Los de Spokane han perdido a una gran referencia como Filip Petrusev, que decidió emprender su futuro profesional, pero el regreso de jugadores como Corey Kispert, Joel Ayayi, Drew Timme o Anton Watson —con Oumar Ballo todavía en la recámara— unidos al novato estrella Jalen Suggs y a algún que otro transfer les permite disponer de una plantilla experimentada, de gran calidad y bastante amplia para ir a por todas este curso.
Baylor Bears. El equipo de Scott Drew fue uno de los grandes damnificados este pasado año por la cancelación de la temporada de forma abrupta, ya que el rendimiento que sus chicos estaban dando era espectacular, pudiendo optar claramente al título. Este año regresa con gran parte de su bloque de vuelta, ya sin el graduado Freddie Gillespie pero con el inmenso Jared Butler dirigiendo la sala de máquinas y con grandes secundarios como MaCio Teague, Mark Vital, Davion Mitchell o un Tristan Clark que buscará reencontrarse con su mejor versión tras arrastrar problemas físicos durante este último año.
Villanova Wildcats. Los campeones nacionales de 2016 y 2018 vuelven a tener muy serias opciones de sumar un nuevo trofeo nacional para sus vitrinas. El trabajo de Jay Wright esta última década está siendo encomiable, y eso que para este nuevo curso no han incorporado a prácticamente ninguna cara nueva. Pierden a Saddiq Bey porque la NBA ya se ha fijado en él, pero jugadores como Collin Gillespie, Jeremiah Robinson-Earl, Jermaine Samuels o Justin Moore regresan un año más a Villanova. Interesante será ver también el rol que Wright le otorga a Bryan Antoine, uno de los mejores jugadores de la clase de 2019 que el año pasado estuvo muy limitado físicamente.
Illinois Fighting Illini. Por talento han sido una de las plantillas más interesantes de seguir estos dos últimos años, pero los Fighting Illini no acaban de dar ese paso adelante que les confirmen como un candidato al título. El regreso de sus dos jóvenes promesas, Ayo Dosunmu y Kofi Cockburn, unido a la experiencia y el talento de Trent Frazier, Giorgi Bezhanishvili y Da’Monte Williams da al equipo de Brad Underwood muchas tablas para pensar a lo grande. Las expectativas son muy altas con ellos, veremos si es finalmente su año.
Iowa Hawkeyes. No diga Iowa, diga Luka Garza. El veterano pívot de los Hawkeyes es una de las grandes atracciones de esta nueva temporada tras confirmarse su regreso una campaña más, y con él al mando los de Fran McCaffery pueden estar más cerca que nunca del primer título nacional de su historia. Además de Garza, candidato claro al National Player of the Year una temporada más, regresan a Iowa este año jugadores de mucho oficio como Joe Wieskamp, C.J. Fredrick o los lesionados Jordan Bohannon y Patrick McCaffery. Campaña para ilusionar.
Virginia Cavaliers. Son los vigentes campeones nacionales, si obviamos que esta pasada campaña no se pudo finalizar y acabó sin un campeón. Tony Bennett recupera a gran parte de sus filas para este curso, aunque las pérdidas de Mamadi Diakite y Braxton Key no dejan de ser importantes. Para compensar, ya es elegible esta temporada Sam Hauser, que aspira a ser uno de los mejores jugadores de la competición. Si sumamos la veteranía de Jay Huff y la evolución de gente como Kihei Clark, Thomas Woldetensae, Casey Morsell o el argentino Francisco Cáffaro, hay plantilla para pelear por todo.
Kansas Jayhawks. Por norma general, los Jayhawks siempre están en las quinielas por el título. Siempre. Y este año no será una excepción pese a no tener grandes estrellas como años atrás. Con una plantilla generalmente joven, Bill Self debe apoyarse en sus veteranos, especialmente en Marcus Garrett, Ochai Agbaji y David McCormack, esperando encontrar apoyos también entre los más jóvenes del lugar. Y confiar en que las bajas de Udoka Azubuike y Devon Dotson no pesen en exceso.
Kentucky Wildcats. Los chicos de John Calipari no meten miedo como años atrás, pero eso no quita que el plantel confeccionado para este curso no esté cargado de talento y jugadores prometedores listos para comerse la NBA a muy corto plazo. La llegada de los veteranos Olivier Sarr y Damion Mintz les da algo de estabilidad en la plantilla, pero el equipo volverá a confiar primeramente en el talento de sus jugadores freshmen, comandados en esta ocasión por B.J. Boston, Terrence Clarke y Devin Askew.
Duke Blue Devils. Con el paso de los años hemos visto que ‘Coach K’ se ha ido un poco ‘caliparizando’, si me permiten la expresión. Duke sigue echando el resto por su nueva clase de reclutamiento para hacer olvidar a la generación de reclutamiento anterior, siendo esta vez Jalen Johnson, Jeremy Roach o D.J. Steward los que llevan la voz cantante. Pero este año será capital la aportación de jugadores que ya estaban en nómina el año pasado, como Wendell Moore, Jordan Goldwire o Matthew Hurt, así como la experiencia del pívot Patrick Tape tras graduarse en Columbia.
Michigan State Spartans. Termino el repaso de programas por otro de los grandes clásicos, unos Spartans que, si bien no llegan a la incidencia de años anteriores, nunca hay que descartarlos en la lucha por el título nacional. Pierden a dos estandartes del nivel de Cassius Winston y Xavier Tillman, pero por su parte han logrado el regreso del lesionado Josh Langford y ya es elegible por fin el transfer Joey Hauser, hermano de Sam. Si logran que jugadores como Rocket Watts, Aaron Henry o Marcus Bingham den además un paso adelante, los de Tom Izzo volverán a dar mucha guerra.
No quisiera terminar este particular ranking sin hacer especial mención a programas como los de Wisconsin, Creighton, Tennessee, North Carolina, Florida State, Texas, Texas Tech, Oregon o Alabama.
Los jugadores a seguir en la NCAA 2021
De la misma manera que he realizado el ranking anterior de universidades, quiero aprovechar para destacar los que son para mí diez de los jugadores sobre los que hay que seguir de cara a esta nueva temporada, y que seguro darán que hablar durante todo el curso universitario 2020-21.
Luka Garza (Iowa – C). El año pasado Garza ya firmó una temporada espectacular a nivel individual, y solo Obi Toppin le impidió obtener todos los galardones nacionales. Fue All-American y Big Ten Player of the Year, y todo indica que repetirá ambas selecciones en este nuevo curso. La gran incógnita para él —además de intentar guiar a Iowa al título— será hacer una temporada lo suficientemente buena como para que alguna franquicia NBA se fije en él. En su último año promedió 23,9 puntos, 9,8 rebotes y 1,8 tapones por encuentro.
Ayo Dosunmu (Illinois – PG). Este año Ayo será el gran rival de Garza para el Big Ten Player of the Year, que afronta su tercer año en la competición. En estos dos primeros años se esperaba una evolución notable de un jugador con altas capacidades para seguir su trayectoria en la NBA, pero de momento no ha ofrecido todo lo que se esperaba de él. En su último curso promedió 16,6 puntos, 4,3 rebotes y 3,3 asistencias por encuentro.
Jared Butler (Baylor – PG). Al igual que con Dosunmu, Jared Butler dio un gran paso decidiendo regresar un año más a college en lugar de escuchar los intereses de la NBA, posponiendo su salto un año. Se ha asentado como uno de los mejores bases de la competición, y de su rendimiento ofensivo y liderazgo dependen buena parte de las opciones de Baylor por triunfar este curso. En su último año promedió 16 puntos, 3,2 rebotes y 3,1 asistencias por encuentro.
Cade Cunningham (Oklahoma State – PG/SG/SF). Cunningham es sin duda una de las grandes atracciones de esta nueva temporada. Catalogado como el mejor jugador de esta nueva generación, y uno de los grandes favoritos a ser el número 1 del NBA Draft de 2021, atraerá buena parte de los focos universitarios este curso. Eso sí, no le podremos ver en post-temporada dado que los Cowboys fueron suspendidos por la NCAA. Salvo sorpresa, será el National Freshman of the Year.
Marcus Garrett (Kansas – PG). Será el nuevo líder de una nueva Kansas. El año pasado estuvo en un rol algo más secundario, pero aún así le valió para ser designado Defensive Player of the Year gracias a su gran trabajo de contención. Veteranía, liderazgo y un gran punto de apoyo para todo el equipo. Su impacto debe de ser notable para que Kansas pueda optar, al menos, a entrar en Final Four. En su último año promedió 9,2 puntos, 4,5 rebotes y 4,6 asistencias por encuentro.
Remy Martin (Arizona State – PG/SG). Los Sun Devils no serán uno de los más llamativos a nivel nacional, pero valdrá la pena seguirles la pista en la PAC-12 gracias a la evolución de Martin. Es uno de los jugadores con mayor potencial anotador de todo el país, y este año tendrá licencia para todo, por lo que no será extraño verle en lo más alto de la tabla de anotadores y en la lucha por el National Player of the Year. En su último año promedió 19,1 puntos, 3,1 rebotes y 4,1 asistencias por encuentro.
Collin Gillespie (Villanova – PG). Ryan Arcidiacono primero, Jalen Brunson después y ahora Collin Gillespie. La senda de bases experimentados, con carácter, garra y liderazgo de Jay Wright sigue su camino, y tras una gran campaña Gillespie viene para confirmarse como uno de los mejores bases de la competición. Su gran reto será guiar a Villanova al campeonato nacional como hizo su antecesor Brunson, y no será por falta de medios ni de plantilla. En su último curso promedió 15,1 puntos, 3,7 rebotes y 4,5 asistencias por encuentro.
B.J. Boston (Kentucky – SF). La gran joya de la corona de John Calipari para este curso es B.J. Boston, un versátil y potente alero físico que difícilmente podrá estar un segundo año en la universidad, teniendo ya la NBA como su gran punto de mira. Se formó en Sierra Canyon High School, donde coincidió con los hijos de LeBron James y Dwyane Wade, y este año es —quizás junto con Evan Mobley— el gran rival de Cade Cunningham en la pugna por el galardón al Freshman of the Year.
Marcus Zegarowski (Creighton – PG). Otro gran base que hay que tener en cuenta para este nuevo curso es el jefe de máquinas de la universidad de Creighton. Zegarowski es uno de los bases más completos de las grandes conferencias, un líder nato, buen generado de juego, buena mano desde larga distancia, buen hacer defensivo… Se avecina un bonito duelo con Collin Gillespie por el Big East Player of the Year. En su última campaña promedió 16,1 puntos, 3,8 rebotes y 5,0 asistencias por encuentro.
Trayce Jackson-Davis (Indiana – C). Quería acabar el listado con un big men después de tantos jugadores destacados en el plano exterior. Hijo del ex NBA Dale Davis, Trayce dejó buenos destellos de su talento y calidad en su año freshman, y ahora vuelve a comandar a los Hoosiers en un año donde de nuevo habrá mucha competencia en la Big Ten. Si sigue con su progresión, nadie podrá impedirle seguir los pasos de su padre rumbo a la NBA a corto plazo. En su último año promedió 13,5 puntos, 8,4 rebotes y 1,8 tapones por encuentro.
Para finalizar, quisiera dejar también constancia de otros jugadores interesantes a seguir para este próximo curso pero que por milímetros dejo fuera de este particular ‘top 10’: como Evan Mobley (USC), Sam Hauser (Virginia), Jalen Suggs (Gonzaga), Corey Kispert (Gonzaga), Scottie Barnes (Florida State), Jalen Johnson (Duke), Ziaire Williams (Stanford), Jeremiah Robinson-Earl (Villanova), Garrison Brooks (North Carolina), Oscar Tshiebwe (West Virginia), James Bouknight (Connecticut) o Terrence Clarke (Kentucky).
Bryan García es analista de college basketball y NBA Draft y será firma invitada de nbamaniacs durante el mes de noviembre.
(Fotografía de Andy Lyons/Getty Images)
La entrada Guía NCAA 2020-21: ¿qué podemos esperar de la temporada? se publicó primero en nbamaniacs.
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