Pese a marchar últimos en la Conferencia Este, los Atlanta Hawks cuentan con una considerable cantidad de talento en su plantilla, y así se encargaron de hacérselo saber a los 76ers. Los de Lloyd Pierce se impusieron a Philadelphia por 127-117 en un partido en el que varios jugadores firmaron actuaciones brillantes, pero ninguno de ellos llegó a acercarse a Trae Young, que fue amo y señor del encuentro y dejó unos números para la historia.
El base terminó con ni más ni menos que 39 puntos y 18 asistencias (récord personal) en su haber, una combinación estadística que no se veían en la NBA desde 1993 y que solo cuatro jugadores habían logrado antes: Oscar Robertson (en cuatro ocasiones), Lenny Wilkens, Tiny Archibald y Tim Hardaway. Young lo hizo además capturando 6 rebotes y robando 2 balones, completando así una noche redonda de principio a fin.
Y es que el de los Hawks apenas necesitó unos segundos para empezar a imponer su ley. Es más, cuando terminó el primer cuarto el sophomore sumaba ya 14 tantos y 10 asistencias, lo que supone que participó de forma directa (anotando o asistiendo) en 37 de los primeros 39 puntos de su equipo, algo que habla a las claras de quién fue el claro dominador de este tramo de partido. No obstante, el recital solo estaba comenzando, pues los 76ers no encontrarían forma humana de frenar a Trae desde ese momento hasta el final.
Con todo, el base no estuvo tan solo como de costumbre, pues hasta cinco de sus compañeros alcanzaron los dobles dígitos en anotación. El más destacado fue John Collins, autor de un descomunal doble-doble de 17 puntos y 20 rebotes, mientras que DeAndre Hunter alcanzó los 15 tantos.
Muy poco del banquillo
Por parte de los 76ers, también fueron varios los hombres que lograron números más que interesantes. Ben Simmons lideró al equipo con 31 puntos, 6 rebotes, 5 asistencias y 4 robos, y otros tres jugadores superaron la veintena: Joel Embiid y Tobias Harris con 21, y, lo más sorprendente, Shake Milton con 27. El escolta fue titular por tercera vez en su carrera, y lo celebró jugando el que fue, con una abismal diferencia, su mejor partido en la NBA, pues además de con su anotación colaboró con 6 asistencias y 5 rebotes.
Sin embargo, los suplentes de Brett Brown estuvieron mucho más discretos. La segunda unidad de Philadelphia solo aportó 14 tantos, 11 de los cuales fueron obra de Mike Scott, mientras que jugadores como Korkmaz o Neto, que contaron con más de 20 minutos sobre la pista, se fueron sin una sola canasta. Este fue sin duda uno de los aspectos determinantes del choque, pues los Hawks, pese a jugar con una rotación notablemente más corta, contaron con 30 puntos de su banquillo.
(Fotografía de portada: Kevin C. Cox/Getty Images)
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