Aún vamos a estar un largo rato sin mamar NBA, lo que va aparejado a pasar otro buen rato sin disfrutar de quien, por fin, se había convertido en una de sus atracciones y distracciones principales: Zion Williamson. ‘El comedido Zion Williamson‘, que prefiero llamarlo aquí; porque hay un dato bueno y otro todavía mejor:
El primero, que el rookie, aún abrumado por la ola de hype, no está defraudando. Pero en absoluto. Desde su entrada en la rotación a finales de enero, los Pelicans son otros (son de hecho, ni más ni menos, lo que se esperaba de ellos en los albores de octubre), y van como locos a la caza de la octava plaza en poder provisional de Memphis Grizzlies y de Ja Morant, cuyo ROY corre ligero (y no tan ligero) peligro de perderlo si su equipo pierde, previamente, el billete a los playoffs (si es que los hay, claro está).
El dato segundo y el que añade más valor: que se está controlando. Que juega al trán-trán y bajo el radar. Que tras la frustrante lesión que le obligó a aplazar casi cuatro meses su debut, ya metidos de lleno en el mes marzo el destroyer de Duke evitaba pisar la franja color rojo del contador de revoluciones. En otras palabras, que el bicho ya domina parquet y metacrilato, y que ni siquiera necesita jugar con todo el poderío que el bicho guarda en su interior.
Y aún así, como se descuide, en una de estas se golpea la cabeza contra el aro.
Lo de colgarse del aire se le da como a nosotros lo de tocarnos la cara en periodo de pandemia: que nos sale solo. Él, por consejo médico, mantiene a ralla sus muelles para evitar una sobrecarga innecesaria en su ya de por sí exigido chasis, con los 130 kilos de masa magra que, desde que amanece hasta que se acuesta, arrastra con él.
La gente ‘corriente’
Pero empecemos por donde corresponde: por el principio. El caso Zion puede aguardar. ‘Saltos’, decía: dónde, cuánto y porqué.
Entre quiénes no recibimos un penique por saltar más que el resto (la mayoría de los que me leéis, supongo), nuestras medias por edad en cuanto a poder de salto vertical (partiendo de posición estática), según datos cotejados por el portal Home Exercirse Equipment Central en el año 2019, son las siguientes:
- 18 a 20 años: 19,5 pulgadas.
- 20 a 29 años: 20 pulgadas
- 30 a 39 años: 17 pulgadas.
- 40 a 49 años: 14 pulgadas.
- 50 a 59 años: 11 pulgadas.
Evaluándose (en un rango de ‘Pobre’ a ‘Excelente’) como sigue:
- Excelente: más de 28.
- Muy bueno: de 24 a 28.
- Por encima de la media: 20 a 24.
- Media: 16 a 20.
- Por debajo de la media: 12 a 16.
- Pobre: menos de 12.
Sabiendo que 1 pulgada = 2,54 cm, quedémonos con la copla de la primera de las marcas; el ‘excelente’ de un varón promedio: +28 pulgadas (+71,12 cm).
Ahora cambiemos de barco y subamos a bordo del de los profesionales. Los atletas de élite. Y dentro de éste vamos a centrarnos en dos de los deportes de pelota de las major leagues de Norteamérica. Fútbol americano y baloncesto; o su traducción en siglas: NBA y NFL.
Salto comparado: NBA Y NFL
Dos son las categorías de salto con nombre propio (en inglés) sobre las que vamos a plantar el foco:
- Standing Vertical
- Running Vertical
El Standing Vertical (SV) —también conocido como Sargent Jump por lo marcial del mismo—, es el salto puro y duro, sin edulcorar. Resortes puestos a prueba sin mayor impulso añadido que el que pueden proyectar sus dueños al empujar, en estático, contra el suelo.
Y en este distrito, el dominio de la NFL sobre la NBA es demoledor:
- Récord SV de la NFL: 48 pulgadas (116,86 cm). Obra de Gerald Sensabaugh en 2005.
- Récord SV de la NBA: 36 pulgadas (96,52 cm). Dos firmantes: Dwayne Mitchell y Justin Anderson en 2012 y 2015 respectivamente.
A falta del contenido en imagen del récord de Sensabaugh, en el vídeo de abajo tenemos, para hacernos una idea del vacile antigravitatorio, a Bryon Jones y su marca de 44,5 pulgadas en el NFL Combine de 2015. Es considerado el mejor saltador en la historia del fútbol americano, pero debido más a su broad jump (salto hacia adelante) que a su vertical.
¿Por qué en la NFL tienen mejor salto vertical que en la NBA?
Una realidad esta, puede que para algunos, sorprendente y hasta difícil de asimilar así de entrada, teniendo en cuenta los highlights de mates prodigiosos que tan acostumbrados estamos a ver, y con cada vez un mayor número de jugadores acariciando con la punta de su nariz la circunferencia del aro.
Entonces, esas ocho pulgadas de ventaja en la NFL… ¿a santo de qué? Pues os traigo un argumentario basado en tres razones.
Los jugadores de baloncesto, en realidad, no tienen la necesidad de saltar tan alto. El aro está a diez pies de altura (3,05 metros), por lo que para un jugador de 6 pies (1,83 metros…. es decir, un tío ‘bajito’) le basta con una elevación de 33-34 pulgadas (algo más si quiere clavar un buen tapón) para conseguir su objetivo: hundirla hacia abajo.
Pero es que además, el 99% de los mates vienen precedidos de una cierta carrerilla, por mínima que sea, lo que facilita más aún ganar potencia de salto.
En segundo lugar, las exigencias de un deporte y otro. La principal característica que demanda la NFL para sobrevivir en la cima (y salvando casos en la NBA como los de Westbrook, LeBron, Nurkic o el viejo Rose), es la explosividad. Y es eso lo que más se preocupan por machacar tanto sobre el césped como a pie de gimnasio.
Por último, el ritmo de la liga y de los partidos en sí mismos. La temporada NBA es como el cebado de ocas para obtener el anhelado foie gras: tragar hasta que duela; 82 partidos en seis meses casi sin descanso y encuentros divididos en 4 cuartos de 12 minutos, implica dar un peso superior a la resistencia por encima de la potencia.
Mientras, en la NFL, además de calendarios mucho más saludables, la suma de puntos sobre el terreno de juego se cimienta entre largos parones y jugadas cortas a la máxima intensidad.
La mayoría de entrenamientos específicos para jugadores del fútbol americano, a la sazón de esto, están centrados en el desarrollo de las fibras musculares de contracción rápida, las más empleadas en los esprines, frenadas bruscas, cambios de ritmo y vuelos a la caza y control del pase largo ideal.
Y mientras el salto vertical responde a la explosividad más nítida y clara, el Running Vertical o salto en carrera –esa otra modalidad cuyo análisis aquí nos interesa–, encaja más en el marco de deportes como el balonmano, el fútbol soccer o el baloncesto.
Un salto en carrera implica (lógica aplastante) una carrera antes del salto, la cuál agregará un extra de energía para producir una –ergo, una altura— aún mayor.
Y fijaos si esta ‘virtud’ es poco importante en la NFL que ni se molestan en medirla en sus Combines. Todo lo contrario a la NBA, donde en el apartado físico es la categoría reina.
NBA Draft Récords: Running Vertical
- Mejor marca histórica: 45’5″ – Kenny Gregory (2001).
- Mejor marca reciente 44″ – Pat Connaughton (2015).
Esto de arriba es lo estrictamente oficial, aunque el título oficial/oficioso, de dar crédito a la aseveracion Chard Ford, en lo más alto (nunca mejor dicho) estaría D.J. Stephens (actualmente en las filas del LeMans de la LNB francesa) y sus 46”, medidos en su workout de 2013 con los Brooklyn Nets.
Memorable, a modo de antesala, fue ya su baile de mates en el Memphis Madness de 2012 (deléitese aquí… ojito al segundo slam). En todo caso, os dejo debajo un calentamiento cualquiera entre risas y parranda.
Como se puede apreciar en este otro sketch de a continuación (donde el ex de los Cavaliers, Kay Felder, firmó unas locas 44 pulgadas) ‘la carrerilla’ está limitada a unos pocos pasos (3-4 a lo sumo).
Así lo establece el formato, por lo que se deduce que con un recorrido mayor (imaginémoslos cogiendo velocidad desde media cancha), la altura máxima sería todavía superior.
Y no quiero seguir adelante sin mentar, aunque sea a grito pelado y con la ventanilla a medio bajar, un tercer estilo de salto, también con sus plusmarcas y rostros propios: el Platform Vertical Jump.
La galaxia Youtube y los nombres de Kevin Bania, Kadour Ziani o Jordan Kilganon (viejo conocido de la web por su parte del escorpión en el All-Star 2016) entre otros, harán las delicias de los más curiosos que quieran profundizar en esta atractiva variedad.
El Running Vertical: la prueba de fuego
Pero retomemos faena. Pues no hay mejor juez primario para acotar el potencial del arte del mate que el Running Vertical: misma métrica sólo que en rima asonante: sin balón.
Aunque en este caso, también con balón. Un riesgo que vale la pena asumir si no queremos dejarnos lo mejor de Wilt, de Mike, o incluso de Vince en el tintero. Porque hubo vida antes de las actas notariales de los Combine.. y por fortuna también la sigue habiendo después.
Vuelos ‘sin‘: sin motor y sin certificado de validez. Pero que en este post, de un modo u otro, van a tener cabida. Y luego, pues juzguen ustedes.
Porque jugadores históricos y carismáticos con marcas notables y documentadas en test fehacientes, emergen, imprescindibles, Vince Carter (43″), Nate Robinson (43’5″) o Muggsy Bogues (44’3″), todos cercanos al récord, sí… pero, ¿es esta su mejor marca REAL, así como la de tantos otros que no mostraron un despliegue tal en tan temprana juventud?
Lo que estáis suponiendo: ni de blas. Así que lápiz, cartabón, gabardina y lupa, y vamos con ello.
Cobayas de North Carolina
A día de hoy, tenemos la gran suerte de que todo suceso o evento digno de ser filmado se filma, se graba, se almacena y (casi siempre) se sube a la red.
Hasta finales los 70 no empezó a ser así (no había ni red a la que subir nada), y por eso luego pondremos timbre de Iker Jiménez para hablar sobre la leyenda de Wilt Charmberlain. Pero antes nos detendremos con aquellos cuyas imágenes sí son suficientes para extraer datos que soporten la prueba del algodón pixelado.
Como conejillos de indias en este tanque de pruebas vamos a recurrir a dos nombres. Y no dos cualesquiera. Dos productos salidos de la misma universidad con década y media de diferencia: Michael Jordan y Vince Carter.
‘Bienvenidos al vuelo nº 23, Aerolíneas Jordan’
Be like Mike. Fly like Mike. Glide like Mike. Dunk like Mike.
Andrés Montes le proporcionó su propio vuelo e incluso le cedió su propia compañía aérea. No era para menos. Y es que si uno de tus apodos es ‘His Airness’, más te vale saber volar. Michael Jordan fue un superdotado del baloncesto en todos los aspectos (a excepción, quizás, del tiro de tres), pero en esencia era un cóctel supremo entre lo físico, lo técnico, lo plástico y lo psicológico: derrochaba a espuertas en los cuatro. Atléticamente, este vástago de Brooklyn fue un portento casi hasta el día de su retirada; tenía 39 años y en el ocaso de sus fade aways, seguía elevándose como ninguno.
El 7 de febrero de 1987 y con tan sólo 24 años, Jordan asistía a su primer Dunk Contest. Y no necesitó más para tachonar una estampa y récord que aún sobrevive hasta la fecha.
El poco original mate despegando desde la personal… pero con una potencia, un gracilidad y una sobradez… que no habíamos visto ni hemos vuelto a ver. El running man pero en una dimensión distinta: 0,92 segundos avanzando en el aire que poco tienen que envidiar al game winner ante los Monstars en el país de los Looney Tunes.
De acuerdo con un concepto denominado ‘Hang time’, la fuerza generada en un salto por un humano promedio lo eleva en el aire durante 0,53 segundos. Aquel 7 de febrero, Su Alteza duplicó esta cifra, elevándose poco más de un metro sobre el suelo. El portal TED-Ed señaló entonces que si este mate se hubiera gestado en la Luna y bajo la gravedad del satélite, “Jordan habría alcanzado los seis metros de altura y permanecido casi seis segundos en el aire”.
Pero a lo que importa. ¿Con qué datos reales y oficiales en cuanto a running vertical contamos de Jordan? Desafortunadamente su medición más reciente no es la del Combine de la NBA, ya que no participó en él, así que debemos remontarnos a sus años de universidad donde ya probó el sabor del triunfo: North Carolina.
Allí, con el Jump Tester a cuestas, Jordan alcanzó las 42 pulgadas en el standing vertical y las 45,76″ en el running vertical, barriendo de antemano cualquier plusmarca posterior en el Combine de la NBA.
¿Pudo superar esta marca en alguno de sus martillazos al aro en su primera década de lucidez física en la NBA? Para nada descartable.
En los 90 todo el mundo quería ser como Mike pero quería, sobre todo, machacar como Mike. ¿Pero cómo se entrenaba Mike? Bien, ya decía antes que hay mucho de regalo de Dios en esto. Herencia genética que, como la zancada de Usain Bolt o las cuerdas ventriculares de Freddie Mercury, no se pueden encargar por Ebay.
PDFs, sesiones y rutinas de ejercicios pliométricos atestan Internet en estos tiempos, garantizándonos rentabilizar nuestro potencial de salto. A principios de los noventa, donde lo eficaz no requería cuentas premium, Mike no tenía problemas en revelar la fórmula de su secreto:
“Las cosas que hacía para mejorar mi capacidad de salto eran muy básicas… montaba en bicicleta, trabajaba mi salto y mis mates, y supongo que si ejercitas los músculos relacionados con la actividad que vas a realizar, terminas mejorando…”.
Michael Jordan.
¿¡Bien, no!? Con esto os queda claro que si no no tocáis ni la red del aro ni en su parte baja es porque no os da la gana hacerlo. Bici estática plegable, ya.
Siguiente.
Air Canada
Michael tenía una aerolínea, pero a Vince le dieron todo un país.
El sucesor, el heredero, el testigo… incluso la revista de ESPN, en su número de diciembre de 1999, le entregó la portada a Vinsanity con una única palabra en un morado psicodélico: ‘NEXT‘, en clara alusión a un Jordan cuya nostalgia, tras su retiro, se disparó de manera feroz e inmediata.
Carter jamás alcanzó los estándares de con quien, en sus inicios, se le pretendió comparar —nada de lo que avergonzarse, por otra parte—, excepto, posiblemente, en su pasatiempo de diario, soberbio y anti-terrenal, de desafiar al mundo en las alturas.
Entre sus méritos en el panormana dunker, a Vince debemos agradecerle, entre otras cosas, haber resucitado un concurso agonizante, torcerle la aureola Frédéric Weis (2,18) o demostrarnos, a sus 38, que los brincos de Andrew Wiggins no son tanto como parecen.
Los más audaces aseguran que en su apogeo Vince pudo merodear las 50”. Exagerado. Pero, como Jordan, todo indica que tuvo picos en los que, más de una vez y en el fragor de los partidos, debió superar su marca (43”) del Combine.
Half man, half amazing a drone. Prólijo, estético, automático, genuino. El mate hecho lienzo con derechos intransferibles de copyright.
Zion: ¿exageración o realidad?
Y ahora turno, por fin, de la pólvora de la Liga y chispa de este artículo, y encargado, asimismo, de teñírnoslo con algunas gotas de presente. Zion Williamson, el verdadero The Manimal y por quién abogo por una sumaria expropiación de mote a Kenneth Faried.
Williamson, digna foto de portada de este post no solo por lo que vuela, sin por lo que levanta. A él mismo. 130 kilos. La mayoría de aquí ni dos repeticiones en peso muerto. Él, con sus gemelos de acero, otea desde arriba la canasta anaranjada.
¿Cuánto saltó en el Combine? Cero. No saltó, como la mayoría de lottery picks de su camada. Una lástima que empieza a estar de moda (quienes se saben picks altos tienden a ver como un riesgo acudir a estos test). Pero nada grave en lo que aquí concierne: otra vez, la NCAA nos da la respuesta.
“Mi hombre, Zion Williamson, acaba de romper el récord de Duke”, así reivindicaba R.J. Barret a su compañero de equipo tras las pruebas físicas para Duke Blue Planet. “Es muy divertido verle saltar”.
Recordemos: 6,7 (2,01; tres centímetros más alto que Jordan y Carter) y 285 pounds (130 kg… unos 30 más que los otros dos).
Con estas acotaciones, la verdadera pregunta que tendría sentido hacernos es: ¿Cuánto sería capaz de alzar el vuelo si pesase en torno a esos –típicos– cien?
En la base de datos de la NBA de Jared Dubin (una joya en la que perderse durante horas), podemos observar las marcas logradas en las principales pruebas de cada prospect (que asistió al Combine, claro está) entre los años 2000 y 2019.
Mike Krzyzewski, entrenador de Duke, aseguró que Williamson venía de batir la mejor marca registrada en la historia del equipo de su universidad, con 45” (114 centímetros). Y si damos pábulo a las declaraciones del Coach K (cosa que yo hago), el ahora jugador de NOLA sería el primer NBA en alinearse con la barrera de las 45” en lo que va de siglo XXI.
Cojamos otro par más de referencias corporales para terminar así de ahondar en el calibre de la burrada: dos jugadores enormemente acorazados y explosivos en su primera década en la NBA:
- Blake Griffin (2,06 y 112 kilos).
- Dwight Howard (2,11 y 108 kilos).
Estos dos, aunque más altos, no solamente son más livianos que el bicho de Duke, sino que saltan 10 pulgadas menos que éste (35,5”).
De hecho, el único jugador en toda la base de datos que por ahora mantiene la nuca por delante de la de Williamson es Kenny Gregory, ex de Kansas. Su peso, no obstante, era ¡38 kilos inferior!, y apenas saltó un centímetro más que el forward de los Pelicans.
El mito de Chamberlain
Y damos cierre a este estudio con una mirada penetrante al pasado.
‘Wilt the Stilt’ (Wilt el zancudo), ‘Goliath’, y su favorito, ‘The Big Dipper’ (debido a que tenía que ‘sumergir’ la cabeza para no golpearse al pasar por las puertas) fueron algunos de los apodos que acompañaron a Wilt Chamberlain durante su extenso reinado, y que sirven de prólogo para que cualquier profano que desconozca su leyenda, sepa de entrada que ante un ‘loco bajito’ de los de ahora no nos encontramos precisamente.
El jugador más dominante de la historia en blanco y negro. El titán de los 100 puntos. El que desvirtúa cualquier récord estadístico y nos obliga al asterisco a quienes osamos incluirlo en la curva. Todo era gigante en Wilt. Puede que, incluso, su fanfarronería.
“El error está en que la mayoría de las personas consideran que los grandes saltadores son sólo los tipos bajitos capaces de hacer mates. Mi sergeant [standing vertical] era superior al de Michael Jordan. Cuando fui a Kansas, tenían una canasta de 12 pies en el gimnasio, una petición del Dr. Phog Allen. Solía hundirla en esa canasta. Con esfuerzo, pero podía hacerlo”.
Wilt Chamberlain.
Estas son palabras del propio Wilt años después de retirarse, en las que la reivindicación y cierta dosis de rabia no pasan desapercibidas.
Como bien apostilla el cuatro veces MVP, los very big men rara vez son reconocidos como grandes saltadores, ya que si anotan muy por encima del aro, es porque son altos. Así opera la suposición popular.
Pero Wilt era una rara avis. Alto (2,16), grande, fuerte, pero también muy ágil y de canillas poderosísimas. Tanto que hay múltiples voces y blogs repletos de hilos que afirman que podía alcanzar las 48”… algo que Wilt, cómodo en su vasta leyenda, no se molestó nunca en desmentir.
Así que con vuestro permiso adoptaré ahora el papel de abogado escéptico y quisquilloso, comenzado por aclarar un par de cosas.
Primero, que es casi imposible distinguir la altura exacta de un salto a través de una vieja cinta de vídeo. El ángulo de las cámaras es engañoso, y en los vídeos de los años 60, con planos diagonales y altos –y sin un plano adicional con el que comparar y cotejar– todavía más.
Lo segundo es el reflejo natural de la cronología evolutiva. Los récords olímpicos caen uno detrás de otro edición tras edición. Incluso los más ‘irrompibles’ apenas alcanzan las dos décadas de vida. Y como en toda regla, existe la excepción. Bob Beamon y sus alienígenas 8,90 metros en salto de longitud, alcanzados en los Juegos Olímpicos de México de 1968, sobreviven como un registro que medio siglo después sigue sin hallar parangón.
Pero a día de hoy, si vertimos en un mismo matraz la adaptación genética, los avances médicos, el metodismo físico y la profesionalización del deporte que avala un afinamiento y maximización del potencial como nunca antes… ¿es coherente pensar que resiste Wilt, como inquebrantable vestigio cromañón,… también en esto?
La buena fe es una cosa y la ingenuidad otra. En base a sus 2,16 que alza del suelo, para hablar de un salto de 46 pulgadas (la altura máxima que se le otorga popularmente a Jordan), Chamberlain debería poder besar el aro con sus labios; las 48″ permitirían incluso un muerdo en la zona del cuello… y en las evidencias de que disponemos en vídeo (única prueba sólida alegable) apenas lo sobrepasa con la coronilla.
“¡Prácticamente tocaba el extremo más alto del tablero!”, claman algunos. Algo no tan heroico de ser así (tampoco hay imágenes de ello), teniendo en cuenta su sobrenatural envergadura (2,36 metros), sólo superada en la historia de la Liga por un jugador que si ya era famoso por sus tremendos brochettes de merlu, más saltó aún a la fama por ser la primera víctima NBA (ya felizmente recuperada) del coronavirus: Rudy Gobert y sus 2,38 metros.
Con los datos en la mano y los cálculos pertinentes, a Wilt le bastaría un salto de 44” (ya de por sí colosal), para limpiar con la mano las telarañas del tablero.
Space Jams
Durante mi tierna infancia, y debido a un inglés cogido con alfileres, siempre pensé que el título de sci-fi protagonizada por Jordan era Mermelada Espacial (¿tan difícil era llamarla Space Dunk o Space Slam?), hasta que metido ya en la adolescencia me enteré de que, en su acepción tres mil cuarenta y siete, también significaba, en la jerga del básquet, mate.
Y sin ser mates espaciales (que sí especiales), los que hemos nombrado más algunos de a continuación, sí que desprenden un aroma extraterrestre cuando de reventar el aro se trata. Propulsiones gigantescas en slow-mo, donde el tiempo se detiene y el espectador flipa.
Esta lista, inspirada en las tentativas previas de The Excercirsers y Home Excercise Equipment Central y rediseñada tras mis propias investigaciones, merece un fiabilidad harto relativa, pues ya habéis podido comprobar lo denso de la niebla en cuanto a rescatar mediciones no oficiales se trata.
No están todos los que son, pero sí pretendo que sean todos los que están. Jugadores icónicos con pasado o presente NBA, cuya presencia en esta clasificación os pueda resultar de interés.
≥45
- Michael Jordan 46”
- D.J. Stephens 46″
- Kenny Gregory 45,5”
- *Zion Williamson 45″
- *Dennis Smith Jr. 45″ (él afirma haber llegado a los 48″…)
≥44
- Vince Carter 44,5″
- Darrell ‘Dunkenstein’ Griffith 44’5″
- James White 44,5”
- Jason richardson 44,5″
- Shanon Brown 44,5″
- Hamidou Diallo 44,5”
- Spudd Webb 44,5″
- David ‘Skywalker’ Thompson 44,5”
- Muggsy Bogues “44,3” (curiosidad: jamás hizo un mate en la NBA)
- Andrew Wiggins 44”
- Shane Larkin 44”
- Pat Connaughton 44”
- LeBron James 44”
- Dee Brown 44″
≥43
- Nate Robinson 43,5”
- Wilt Chamberlain 43,5”
- Markel Brown 43,5″
- Julius Erving (Dr. J) 43”
- Zach LaVine 43″ (firmó un ‘pobre’ 41,5” en el Combine)
- Jamario Moon 43″
- Harold Miner 43”
- Justin Anderson 43″
- Derrick Jones Jr. 43″ (42,5″ en 2015 por DraftExpress)
≥42
- Tracy McGrady 42,5″
- Gerald Green 42″ (inexplicable 39″ en el Combine)
- Clyde Drexler 42″
- Dominique Wilkins 42″
- Victor Oladipo 42″
- Iman Shumpert 42″
- Steve Francis 42”
≥41
- Matt Barnes 41,5″
- Shawn Kemp 41″
- Allen Iverson 41″
≥40
- Miles Plumlee 40,5″ (segundo big man en superar las 40″)
- Derrick Rose 40,5″
- Nick Young 40,5″
- Eric Bledsoe 40″
≥39
- Aaron Gordon 39,5″
- Harrison Barnes 39,5″
≥38
- DeMar DeRozan 38,5″
- Kobe Bryant 38″
- Russell Westbrook 38″
≤37
- James Harden 37”
- Dwight Howard 35,5”
- Blake Griffin 35,5″
- Kevin Durant 33,5″
- …
- DeAndre Jordan 31,5”
- …
- …
- …
- DeMarcus Cousins 27,5″
- Nikola Vucevic 25″
Fuentes: NBA Stats, Real GM, Jospt.org, Hoops Beast, The Exercisers, Vertical Jump World, Home Excercise Equipment Central, The Hoops Geek, Quora, LA Times y 247 Sports
(Fotografía de portada de Grant Halverson/Getty Images)
Este texto fue publicado ayer domingo 12 de abril en Extra nbamaniacs para todos los suscriptores. Te necesitamos para seguir creando contenido como este y como otros que solemos escribir y además poder hacerlo sin depender de la publicidad. Apóyanos. Suscríbete a Extra nbamaniacs.
La entrada El salto vertical en la NBA (y mucho más que eso) se publicó primero en nbamaniacs.
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