Es pronto para asegurarlo, pero las repercusiones económicas de una cancelación inmediata de la NBA podrían ser profundas. Desde que se suspendió la temporada el 11 de marzo, apenas pasaron horas hasta que se empezó a hablar de que las pérdidas financieras que podían alcanzar los 500 millones de dólares. La cuenta se quedó muy corta. Hace días hemos conocido que la Liga dejaría de ingresar 1.000 millones de dólares (bajo el supuesto de que todas las series llegasen a siete partidos) al no vender entradas para los partidos de playoffs. Y todo ello se suma a que la burbuja de Orlando tendrá un coste de 150 millones de dólares.
Con el escenario presentado, poco más hace falta saber para tener claro que la NBA deberá apretarse el cinturón de cara al próximo curso. El descenso del límite salarial se da por hecho desde hace meses y, por tanto, los nuevos contratos de los jugadores también se verían reducidos. Sí, la perspectiva no era buena, pero al menos parecía viable. La cuestión es que ahora no estamos hablando de minimizar pérdidas con la celebración de unos playoffs en Disney World, sino de qué ocurriría si estos se cancelan tras la huelga iniciada por Milwaukee Bucks (secundada por los demás) a causa del tiroteo de la policía de Wisconsin a Jacob Blake.
Los jugadores se han reunido y lo harán nuevamente en las próximas horas. Los Angeles Lakers y Los Angeles Clippers se inclinaron en el primer encuentro por poner fin desde este momento a la temporada. El resto aseguró que quería retomar la presente campaña. No hay nada decidido, pero la opción de que no se disputen más partidos del curso 2019-20 es real. Esto supondría un enorme golpe para la ya maltrecha economía de la NBA. En la propia reunión se trataron las implicaciones financieras de no seguir jugando. El panorama no sería nada halagüeño.
Según fuentes de ESPN, fue Michele Roberts, directora ejecutiva del Sindicato de Jugadores (NBPA) quien expuso las implicaciones económicas de poner fin a la temporada NBA. Sin dar demasiados rodeos, Roberts recalcó que sería posible que los propietarios optasen por rescindir el actual acuerdo colectivo, lo que desembocaría en un futuro cierre patronal (lockout). A grandes rasgos se trataría de tener que negociar desde cero unas nuevas condiciones económicas entre propietarios y jugadores; algo que como ya hemos vivido en anteriores momentos, nunca es sencillo.
Las dos únicas ocasiones en las que se ha producido un cierre patronal, 1999 y 2011, este llegó por falta de acuerdo entre ambas partes. En 1999 fueron los propietarios los que pusieron fin al convenio tres años antes de que expirase al ver que sus ingresos disminuían. La temporada comenzaría en enero con 50 partidos de temporada regular y con los Spurs campeones. En 2011 directamente no llegó a un entendimiento para renovar el contrato entre ambas partes. De cara a la próxima campaña, ya influenciada por diversos factores, desconocemos hasta qué punto sería difícil poner a todos de acuerdo.
(Fotografía de Ashley Landis-Pool/Getty Images)
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