La idea más disruptiva de los últimos tiempos en la NBA pasará por selectividad a partir de este viernes noche. Los Houston Rockets del ultra small ball encaran semifinales del Oeste ante los Lakers sin prácticamente haberse recuperado del susto que Chris Paul, Luguentz Dort y los Thunder les pegaron en primera ronda.
Quién lo hubiera dicho; durante los playoffs 2020 el equipo de Mike D’Antoni ha funcionado bastante en defensa —mejor registro cada 100 posesiones— pero pincha rueda en ataque: más de cuatro puntos por debajo de los valores en temporada regular —de sexta mejor ofensiva, a décima en playoffs—.
Un equipo concebido para llevar la idea parida por los Warriors al límite que naufraga en sus propias liturgias —triples, triples y más triples—; pero que cumple donde más vulnerable, por sequía de centímetros, se le presuponía. El mundo al revés parecen estos Rockets.
La síntesis de tales sensaciones resulta que James Harden se quedó en (solo) 17 puntos y 1 de 9 en triples el día D ante Oklahoma; en cambio, se salvó de la extrema unción con un tapón en el último suspiro.
De cara a las semifinales contra los Lakers, Houston necesita al mejor Harden (29,7 puntos en playoffs, por los 34,3 en temporada regular). Si no, que recojan ya los bártulos y para casa.
El plan en el equipo texano seguirá siendo el mismo —no hay otro—: proclamar la barra libre desde los 7,25 metros y que el mayor número de compañeros posible se una al festival.
Qué pasa con Westbrook
No le llega el examen decisivo en el mejor momento a Russell Westbrook. Solo tres encuentros disputados en la postemporada y legañas flagrantes aún en su rendimiento. Eso y un carrusel de pérdidas cuando no tocaba y posesiones truncadas en desastrosos finales de partido ante OKC.
Que nadie subestime a Russ porque este curso fue capaz de promediar 38 puntos y 62,5 por ciento en tiros de campo en dos partidos regulares ante los Lakers. La cuestión es que aquel antropófago no parece ahora ni familia del que sigue jugando para la causa.
La buena noticia de la primera ronda en Houston fueron la puesta a punto de jugadores como Eric Gordon (18,8 puntos en los últimos cuatro partidos), Robert Covington (21 el día decisivo ante OKC), Danuel House Jr. o Jeff Green.
Lakers, LeBron y Davis
Como jurado de la reválida estructural de Houston, los Lakers no podrían llegar en mejor momento a la cita: tercer equipo que mejor defiende y ataca en los playoffs. Además, LeBron James es el jugador más veterano en promediar triple-doble en una ronda de playoff (27,4-10,2-10,2).
Sus 35 años bien lucen como 27 puesto que James se muestra tan resolutivo como casi siempre a estas alturas. Para mandar a Portland de vacaciones se marcó un 36-10-10 y lleva tres noches seguidas saludando los 30 puntos o más.
“Me entreno, juego a videojuegos. Trabajo en mi cuerpo. Y bebo vino”. Así resume el ’23’ su preparación en el resort de Disney. Algo tendrá cuando tan bien le renta.
Ah, James también ha sido el primer jugador en la historia con —al menos— 20 puntos, 15 rebotes y 15 asistencias (23-17-16) en un partido de postemporada. Su momento es de locos.
LeBron gasta huella de Rey de la selva y con él también Anthony Davis: 29,8 puntos de promedio en la eliminatoria previa y 43 en el definitivo Game 5 ante los Trail Blazers.
El rol de Anthony Davis
En Davis, precisamente, se sitúa una de las claves de la serie; en cómo P.J. Tucker, Covington y las zonas de Houston podrán atestar de cuerpos la pintura para que el ala-pívot y sus secuaces no se peguen un atracón detrás de otro.
Por cierto, ante los Rockets este curso Davis promedia 65,5 por ciento de acierto en tiros. Podría ser un oráculo de lo que está por venir.
Desde luego, no pinta bien el dato de que en los Rockets solo un titular, Covington, supere la altura del miembro más bajo del quinteto de los Lakers, Kentavious Caldwell-Pope.
En febrero, el experimento de equipo sin rascacielos triunfó ante los Lakers: Houston ganó por diez puntos. Eso sí, el momento actual ha cambiado y todo lo que no fuera una victoria angelina resultaría difícil de tragar.
Es muy probable que Rajon Rondo esté por fin de vuelta en el cuadro de Frank Vogel, que activará un match ball de cuatro actos para el proyecto actual de los Rockets. Una derrota texana demasiado clara se podría cobrar víctimas tales como D’Antoni, Westbrook… Y hasta podría conducir a un reciclaje inevitable. Recogida de cable después de haber apostado por las construcciones bajas y no haber pensado bien las consecuencias.
Puede que la idea de Daryl Morey no haya tenido tiempo suficiente para enraizar del todo pero el resultado se podría quedar tan ralo que sería inevitable pasear la tijera por todas partes para redefinir estatutos.
Ese examen crucial llega ante el peor rival posible, unos Lakers que miran de reojo las Finales, el anillo y que, seguramente, no pueden evitar pensar ya cómo meter mano a los Clippers.
(Fotografía de portada: Harry How/Getty Images)
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