A sus 21 años este chico formado en la Universidad de Kentucky se ha erigido como líder en Oklahoma City
“No soy Russell Westbrook”. Ni falta que hace. Shai Gilgeous-Alexander anunció en agosto que quería marcar su propio camino alejado del que fuese ídolo de la afición de los Thunder durante 11 años. Lo está consiguiendo. Van solo siete partidos de temporada, y por supuesto que es pronto para pronunciar verdades absolutas, pero lo que está mostrando este chico de 21 años da para vaticinar que puede ser uno de los grandes nombres de la NBA en los próximos años.
Por edad, talento y madurez, Gilgeous-Alexander lo tiene todo para marcar el presente y futuro de Oklahoma City. Una vez llegó a la disciplina de su nuevo equipo todos pedían calma, desde los ejecutivos del equipo al propio jugador; sin embargo, ni las palabras de todos han podido frenar el juego de un chaval formado en la Universidad de Kentucky al que se le cae el baloncesto de las manos.
Tomando el camino más corto, hablamos de un jugador de segundo año que está siendo el máximo anotador de Oklahoma City con 22,1 puntos por noche, los cuales consigue con un 48,3% en tiros de campo y un fantástico 41,2% en triples. Por si fuese poco, a esa facilidad para anotar le suma capacidad para fajarse cerca de los aros con 6,6 rebotes de promedio, y visión de juego para repartir hasta 3,1 asistencias. ¡Ah! Y está colocando un tapón por partido…
Los Thunder quisieron incluirlo en el traspaso de Paul George a Los Angeles Clippers y el tiempo les ha dado la razón sin que se hayan movido casi las agujas del reloj. Se vislumbraba una transición dura. Además del alero, en Oklahoma decían también adiós a su icono, Russell Westbrook. Sí, es verdad que en las últimas temporadas –pese a sus repetidos triples-dobles– los resultados del equipo no acompañaban; pero tras la ‘traición’ de Kevin Durant era el ídolo de todos. Pocos imaginaban que el número 11 del draft de 2018 iba a hacer que a día de hoy hubiese sonrisas en una campaña que muchos daban por perdida.
Estilo propio
“No tenemos el mismo nombre, ni el mismo tipo de cuerpo. Nada de eso. Así que voy a intentar ser yo mismo. Ser la mejor versión de mí”. ¿En qué se parecen Westbrook y Gilgeous-Alexander? En nada. Y justo por eso gusta tanto ver cómo está creciendo. Lejos de sentir presión sobre sus hombros, el base-escolta se ha hecho con los mandos del equipo con una madurez más propia de un veterano que de un chico que ha pasado de complemento a elemento principal de la ecuación. El curso pasado, en los Clippers, jugó mucho; tanto como 26,5 minutos por noche con 73 titularidades; pero claro está que no era la pieza principal. Ahora, casi sin tiempo para reaccionar, ha destapado el tarro de las esencias.
A sus números –ya mencionados– hay que sumarle un temple que solo se ve en los mejores. Hacer un partido de 20 o más puntos, algo que el curso pasado ya vimos incluso en playoffs contra Golden State Warriors, es hasta cierto punto sencillo; conseguirlo una noche sí y otra también, es otra historia. Con un sello propio marcado por una tremenda agilidad entrando a canasta y con un lanzamiento exterior que no da margen a despiste alguno. Gilgeous-Alexander ha estado por encima de la veintena en cinco de siete partidos –los otros dos, 13 y 19 puntos–. Además, tampoco se esconde en los últimos cuartos, siendo el segundo máximo anotador de tal periodo solo superado por Chris Paul.
CP3, el mentor
Gilgeous-Alexander está en periodo de crecimiento, y es ahora cuando más necesita referentes para hacer que su baloncesto se nutra de habilidades y conocimientos de otros. A este respecto, él mismo ha señalado a Chris Paul como el jugador en el que se está fijando desde que cambió Los Ángeles por Oklahoma City. “Ya he aprendido de él un montón de cosas en lo que se refiere a cómo analizar el juego, los ángulos, cosas así. Continuaré aprendiendo de él todo lo que pueda”, comentaba poco antes de iniciarse la campaña.
Sin duda puede ayudarle. Estando en sus últimos años de profesional, se trata de un All-Star que ha vivido muchas batallas en la Liga y cuya experiencia debería reportarle cosas positivas. En cuanto al juego, CP3 es lo que se puede definir como un playmaker, quizás un aspecto que Gilgeous-Alexander deba trabajar con ahínco. Por ahora anota con facilidad y encuentra a sus compañeros en pista, pero si avanza y se convierte en un jugador referencia de la NBA, los equipos centrarán las defensas en él obligándole a tirar de recursos. Y es ahí donde contar con los ‘trucos’ de alguien como Paul marcaría la diferencia.
Rivers, obligado a dejarlo ir
Doc Rivers renunció a Gilgeous-Alexander porque no tenía más remedio. Los Clippers habían firmado a Kawhi Leonard y este quería otra estrella a su lado. Se abrió la puerta de Paul George y en la oficina angelina solo tenían un camino a seguir: aceptar las peticiones de las Clippers aunque alguna de ellas fuese dolorosa. Y esta, la de decir adiós al nº11 del draft de 2018, lo fue. Y es que Rivers tenía plena confianza en que acabaría siendo una estrella, tal y como expresó a The Athletic al terminar la campaña 2018/19.
“Cuando lo elegimos le dije que iba a ser una estrella. Luego, cuando lo vi en los entrenamientos, estaba realmente entusiasmado por lo que podía ver en él. No sabía en qué punto se encontraría esta campaña o cuándo llegaría a su máximo nivel, pero sé que va a ser realmente bueno. Simplemente no va a parar de mejorar”.
No se equivocaba ni un ápice. Estando en el contexto correcto; es decir, un equipo en reconstrucción que le daría mucho espacio para desarrollar su juego, el pupilo por poco tiempo de Doc amenaza con llegar a ese gran nivel que vaticinaba el técnico más pronto que tarde. Por ahora está marcando un ritmo de juego excelente, y la única pregunta es si podrá mantenerlo hasta el mes de abril.
¿Jugador Más Mejorado?
No es nada descabellado que Gilgeous-Alexander pueda optar al premio de Jugador Más Mejorado. En un año y a la espera de que pueda mantener los actuales guarismos, hablamos de que ha pasado de promediar 10,8 puntos y 2,8 rebotes a irse hasta los 22,1 puntos y 6,6 rebotes. Es una barbaridad, sobre todo porque en minutos la diferencia es mucho menos al pasar de 26,5 minutos por noche a 35,1. Con esta tarjeta de presentación, podría competir con otros chicos como Terry Rozier (Charlotte Hornets), Malcolm Brogdon (Indiana Pacers) o Brandom Ingram (New Orleans Pelicans) sin ningún miedo. Cuestión diferente es que este galardón recaiga en un jugador de segundo año, algo que no ocurre desde que Monta Ellis lo lograse en 2007, y que anteriormente se dio con Gilbert Arenas en 2003.
Aunque todos los jugadores de segundo año tienden a mejor bastante, la historia dice que el galardón suele recaer en chicos que están en su tercer o cuarto año en la NBA. El hecho de que ahora los rookies tengan más protagonismo que en anteriores momentos hace la mejora en su siguiente campaña pueda no ser tan espectacular como para ganar el MIP. Además, se tiene asumido que tras ese segundo año se seguirá mejorando, por lo que quienes votan a veces descartan a los sophomores para el premio. En todo caso, hay que tener muy en cuenta a Gilgeous-Alexander.
¿Construir sobre él?
Esta es una pregunta más complicada. Visto cómo se ha desarrollado hasta ahora la campaña, parece que debe ser la primera pieza sobre la que construir el futuro del equipo, pero decir que los chicos que lleguen se adhieran a él como referente es cuestión diferente. Por el momento lo único indudable es que en OKC están enormemente contentos con su adquisición y que él está respondiendo a las mil maravillas sobre la cancha. Con ese escenario, imaginar un futuro en el que sea importante en los Thunder es sencillo, pero saber hasta qué punto, si como principal espada o como acompañamiento de lujo, es algo que solo el tiempo dirá. Por ahora nos conformamos con disfrutar de un chico que ha devuelto la sonrisa a Oklahoma City en un abrir y cerrar de ojos.
(Fotografía de Ron Jenkins/Getty Images)
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